Ying-chen, un empresario propietario de una funeraria en Taiwan decidió, cuando murió su abuelo, que tenía que hacer algo para cumplir los deseos de los muertos. Y es que este familiar murió sin visitar Japón, que era el sueño de su vida.
A partir de ahí, a Yang se le ocurrió una idea: crear todo tipo de miniaturas para complacer la voluntad de los muertos que no pudieron tener su capricho porque tenían una enfermedad o porque no tenían dinero suficiente.
Tradición china
Esta empresa sigue, además, una tradición china que sigue la creencia de que si se queman este tipo de objetos, más tarde, en otro mundo formarán parte del difunto.
Puede quemarse cualquier cosa, siempre que se puedan transformar en humo: dinero, coches, casas...Todo por el bien de los queridos. Todo por un módico precio de 1.000 dólares.
Pero esta funeraria llamada Skea no sólo ofrece servicios a los humanos. También han contado con las mascotas muertas. Tienen una línea de productos para estos clientes peculiares como casas en miniatura para perros.
De momento desde su creación hace tres meses ya han tenido 30 clientes. Pero son muchas más, unas 14.000 personas de China y el norte de América los que se han interesado en la web de este negocio (inglés).
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